jueves, 16 de octubre de 2014




Alberto González Valmaseda

¿En qué reside el sorprendente hecho de que nada menos que ciento treinta y ocho “las” convenientemente organizados en grupos de sonidos contengan tanta carga emocional, y sean capaces de reunir a gente que al unísono (o casi) reproducen la serie despertándose en ellos los más intensos sentimientos de hermandad y jubilosa afirmación de la vida? Y sobre todo, ¿por qué esa sucesión, y no otra, nos dio por fin la victoria completa en Eurovisión?
Música, Teoria del arte


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